Placer culposo colma su morbo
la llegada de su razón no es clara
momento imperturbable en su tórrido actuar
naturalidad sin escrúpulos acucia sus actos.
Regocijante sonatina colma su dualidad
la tranquilidad preserva su esencia encantadora
calmado y deseoso de paz es que perpetra lo acaecido
un letargo longevo ha de ser su catarsis inmediata
no es la asimilación del episodio lo que lo aterra
es la hilarante alegría lo que provoca su temor.
Una nerviosa impotencia aprehende su frágil moral
es el despertar de su inconmovible sentir
la noche cede ante el irremediable cielo purpura
y es el amanecer fortuito el delator de su vileza
ha de someterse a su negado destino.
Vuelve el imperioso sosiego y se aferra en él
un cigarrillo exaltado preserva su indolencia
su mirada atraviesa todo limite indeseable
su voz no es más que un eco de lo que fue su aliento.